Era uno de esos
días de octubre en los que el calor ilusiona con el despojo de la ropa de
invierno.
Florencia se
preparaba para disfrutar de un domingo al aire libre, observando a sus hijos en
sus actividades deportivas e incluso disfrutar de un rico té con amigas por la
tarde.
Pero sonó el
teléfono y todos aquéllos planes iban a tener que suspenderse.
“Buenos días, ¿podría hablar con Florencia
Bragado?, dijo esa extraña voz
“Soy yo”, contestó Florencia “¿Quién me busca?”
“La estoy llamando de parte de su padre,
Ernesto Bragado. Él ha sido operado.. Le extrajimos un cuerpo extraño del colon
.. después de extraer el apéndice inflamado …y se está recuperando mientras
estudiamos el cuerpo extraído. Pidió que la ubicáramos a Ud. El desea verla”
La reacción de Florencia no pudo ser demasiado rápida. Había hecho mucho
esfuerzo por intentar olvidar que tenía un padre … aquél padre que en el año
1989 no había podido asumir haber caído en la ruina económica y que había
optado por abandonar a su familia en su departamento de Paternal –esposa e hija
- en una acto que Florencia describía como cobarde
y cruel. Bastante le había costado también a Florencia haber perdido a su
madre hacía tres años, después de batallar contra un cáncer de mama … Y ahora
esto: reabrir capítulos.-
Pero es así como a veces pasan las cosas … no dan oportunidad a la
previsión, y Florencia terminó anotando: SANATORIO SAN CARLOS, Av Bustillo
1.000, San Carlos de Bariloche, Provincia de Rio Negro.-
Su preciado domingo al aire libre se transformó en un día atravesado por
el sobresalto y la confusión de sentimientos. Reunió a su marido Fernando y a
sus hijos Sofía, Juan y Agustin y les explicó que tendría que viajar a la
ciudad de Bariloche, a pedido de aquél abuelo que sus hijos jamás conocieron y
que ahora reclamaba la presencia de su hija Florencia.
Los sentimientos eran encontrados, pero Florencia nunca dudó que iría,
aunque más no fuera para ver quién sería ahora su padre y poder reprochar aquél
abandono.
El lunes temprano, Florencia dejaba instrucciones precisas en su Estudio
Jurídico, revisando agenda de audiencias y vencimientos y organizando quiénes
llevarían a cabo sus tareas pendientes ….
Ya ni conocía a ese padre ni sabía en quién se habría convertido .. ni
quiénes formaban parte de su nueva vida …Tampoco se imaginaba cuán graves sería
su diagnóstico.
Para Florencia grave había sido la ausencia de un padre durante tantos
años.
La cabeza le estallaba. No le gustaba la idea de ser necesitada por el
padre ausente.
Mientras miraba la pila de carpetas sobre su escritorio negro, y los
papelitos scotch pegados en su agenda, cerraba su computadora. Tomó un taxi en
la puerta de su oficina en dirección a la terminal del ómnibus
Ya era el mediodía y Florencia subía al micro con su botellita de agua
mineral, que no tardó en abrir para tomar un mio relajante. Toda esta
sorpresiva situación había contracturado su cuerpo desde la nuca hasta la
cintura y sabía que iba a necesitar su milagrosa cápsula de Dioxaflex para
soportar 23 horas de viaje en micro.
“Hola, soy Andrea … parece que
somos compañeras de asiento”, dijo una hermosa mujer de mediana edad que no
tardó en acomodar su equipaje arriba en el compartimento superior, pegadito al
bolso de Florencia.
Andrea parecía haber pasado una mala noche a pesar de su clara y clásica
belleza. Su aspecto no era el de una alegre turista ni el de una concentrada
ejecutiva en viaje laboral. Sus ojos hinchados y su aspecto abatido parecían
revelar que iba o venía de algo no muy placentero
Pero Andrea no tardó en mostrar una pizca de su mal estado: “Esperemos tener un buen viaje. Yo vengo de
una semana difícil y me hace falta dormir”
“Si, el viaje es muy largo y sería
bueno que nos pudiéramos relajar”, dijo Florencia en un tono optimista del
cual ella no llegaba a convencerse.
Las dos se acomodaban en sus asientos. Florencia abría el diario La Nación e intentaba leer las
noticias. Andrea acomodaba sus objetos personales dentro de su cartera como si
quisiera poner un nuevo orden mientras el micro transitaba por la Autopista en dirección
al acceso oeste, dejando atrás la agitada ciudad de Buenos Aires.
En un buen rato y con esa sensación de tener algo en común que a veces
uno siente al lado de un desconocido, el micro atravesaba los solitarios campos
pampeanos. Por momentos sus miradas se encontraban y Florencia luchaba entre su
encerrado enojo que la había subido a este viaje y la intriga de la realidad de
su desconocida compañera Andrea
“Uff .. quisiera poder dormir un
rato pero me va a resultar difícil, dijo Andrea. Estoy volviendo a mi amada ciudad de Bariloche después del entierro de
mi hermano mayor que murió de un sorpresivo ataque al corazón …No va a ser
fácil dormir …”
“¡Qué desgracia! ¡Cuánto lo
siento!, alcanzó a balbucear
Florencia … Pero Florencia no pudo seguir esa conversación. Su enojo no le
permitía escuchar el dolor ajeno.
La lectura de la sección ENFOQUES del diario LA NACIÓN del domingo la ayudó
a distraerse un rato mientras la ventanilla dejaba pasar más y más campo verde.
La monotonía del paisaje generaba la impresión de no estar avanzando en el
camino.
Ya llegando a Casa de Piedra, en la ruta 152, el micro paró a cargar
nafta y Andrea y Florencia bajaron a comprarse algo en el drugstore de la
estación de servicio. En la cola de la caja Florencia se sintió obligada a
hacer a Andrea alguna pregunta acerca de su hermano: “¿Eran muy cercanos?”
“Justamente lo contrario”, dijo
Andrea, “Después de nuestra adolescencia
permanecimos lejos física y afectivamente … por cuestiones pasadas
insignificantes que ya ni nosotros tendríamos demasiado claras”
Volvían a sus lugares en el micro, con sus paquetes de galletitas y golosinas
y una vez acomodadas Andrea exclamó “Qué
ingenuos!, ¿no? ¡Pensábamos que íbamos a tener tanto tiempo para achicar esas
diferencias!, decía Andrea mirando hacia el piso y moviendo su pierna
derecha como queriendo hacer algún movimiento ….¡Qué pecado! ¡Cuántas
oportunidades de encuentro y perdón nos perdimos!
Florencia no tenía palabras para semejantes confesiones de alguien a
quien no conocía … Además todo lo que escuchaba entorpecía su sentimiento de
rencor hacia la situación que ella debería ahora afrontar en Bariloche … la
confundía … la obligaba a pensar ..”¡Qué
pena! …” fue todo lo que alcanzó a poder decir Florencia mientras Andrea
parecía relajarse y Florencia parecía tensionarse más a pesar de su milagrosa
medicina que no alcanzaba a hacer efecto
El sol caía en la ventana .. el tiempo transcurría .. el paisaje verde ya
no se veía tan verde, y Andrea lograba dormir una pequeña siesta.
Se acercaba el horario de la cena y empezaba el reparto de bandejitas con
una comida fria que interrumpió la siesta de Andrea: “¡Vos vas de visita a Bariloche? Es una hermosa ciudad..” le dijo a
Florencia.
No sabía por qué pero mientras su botellita hacía el ruido del gas al
abrirla, Florencia contestó un tímido “Si…
en cierto modo”
El silencio de Florencia no le dio más opción a Andrea que continuar
comiendo su tarta de jamón y queso y asumiendo que ella era quien hablaría ….
Andrea volvió a dormirse y en ese descanso observado por Florencia, una
lágrima comenzó a recorrer la cara de Andrea como una última conclusión a su
confesión.
Florencia entendió que su compañera de asiento no dormía y ni bien volvió
a abrir sus ojos le dedicó un gesto de compasión…”lamento realmente mucho lo que te pasó …”
“Sabés lo que pasa …, retomó
Andrea, “no es la partida de mi hermano
lo más doloroso de todo esto … lo más terrible es darme cuenta del tiempo
perdido … ver que el orgullo y la soberbia nos haya impedido completar nuestro
vínculo … era mi único hermano … ni él ni yo logramos poder pedirnos perdón …
ni siquiera llegamos a tener claro qué fue lo que hizo cada cual sufrir al otro
.. cualquier pequeño gesto de uno de los dos podría haber permitido una charla
de entendimiento y de perdón … pero dejamos que el tiempo se ocupara de decidir
por nosotros”
Florencia tomó coraje y logró decir
… “Te entiendo Andrea … yo estoy
viajando a ver a mi padre que abandonó a su familia hace 25 años y no sé si voy
a poder hacer a un lado mi enojo para escuchar las razones y sentimientos de
ese hombre que ya desconozco .. pero creo que tus palabras han sido de gran
ayuda … Creo que vale la pena hacer el esfuerzo …. Todavía estoy a tiempo,
¿no?”
Florencia jamás pensó que iba a poder compartir semejante vergonzosa
realidad personal con una extraña … pero esta desconocida le dio una lección en
muchos sentidos. Se dieron un tímido abrazo como si sus respectivos dolores
hubieran generado el comienzo de un vínculo. Lograron seguir conversando sobre
familias, hijos, trabajo y todas las tensiones parecieron desvanecerse. La
contractura de Florencia, la distancia que ella ponía en la charla … iban
despareciendo hasta terminar en dos mujeres con sus asientos cama reclinados,
descansando en esa noche después de la cual ambas decidirían cómo continuar con
sus vidas …. Un largo viaje con muchas respuestas ….
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