viernes, 24 de mayo de 2013

LA DISTANCIA



Era uno de esos días de octubre en los que el calor ilusiona con el despojo de la ropa de invierno.

Florencia se preparaba para disfrutar de un domingo al aire libre, observando a sus hijos en sus actividades deportivas e incluso disfrutar de un rico té con amigas por la tarde.

Pero sonó el teléfono y todos aquéllos planes iban a tener que suspenderse.

“Buenos días, ¿podría hablar con Florencia Bragado?, dijo esa extraña voz

Soy yo”, contestó Florencia “¿Quién me busca?”

“La estoy llamando de parte de su padre, Ernesto Bragado. Él ha sido operado.. Le extrajimos un cuerpo extraño del colon .. después de extraer el apéndice inflamado …y se está recuperando mientras estudiamos el cuerpo extraído. Pidió que la ubicáramos a Ud. El desea verla”

La reacción de Florencia no pudo ser demasiado rápida. Había hecho mucho esfuerzo por intentar olvidar que tenía un padre … aquél padre que en el año 1989 no había podido asumir haber caído en la ruina económica y que había optado por abandonar a su familia en su departamento de Paternal –esposa e hija - en una acto que Florencia describía como cobarde y cruel. Bastante le había costado también a Florencia haber perdido a su madre hacía tres años, después de batallar contra un cáncer de mama … Y ahora esto: reabrir capítulos.-

Pero es así como a veces pasan las cosas … no dan oportunidad a la previsión, y Florencia terminó anotando: SANATORIO SAN CARLOS, Av Bustillo 1.000, San Carlos de Bariloche, Provincia de Rio Negro.-

Su preciado domingo al aire libre se transformó en un día atravesado por el sobresalto y la confusión de sentimientos. Reunió a su marido Fernando y a sus hijos Sofía, Juan y Agustin y les explicó que tendría que viajar a la ciudad de Bariloche, a pedido de aquél abuelo que sus hijos jamás conocieron y que ahora reclamaba la presencia de su hija Florencia.

Los sentimientos eran encontrados, pero Florencia nunca dudó que iría, aunque más no fuera para ver quién sería ahora su padre y poder reprochar aquél abandono.

El lunes temprano, Florencia dejaba instrucciones precisas en su Estudio Jurídico, revisando agenda de audiencias y vencimientos y organizando quiénes llevarían a cabo sus tareas pendientes ….

Ya ni conocía a ese padre ni sabía en quién se habría convertido .. ni quiénes formaban parte de su nueva vida …Tampoco se imaginaba cuán graves sería su diagnóstico.

Para Florencia grave había sido la ausencia de un padre durante tantos años.

La cabeza le estallaba. No le gustaba la idea de ser necesitada por el padre ausente.

Mientras miraba la pila de carpetas sobre su escritorio negro, y los papelitos scotch pegados en su agenda, cerraba su computadora. Tomó un taxi en la puerta de su oficina en dirección a la terminal del ómnibus

Ya era el mediodía y Florencia subía al micro con su botellita de agua mineral, que no tardó en abrir para tomar un mio relajante. Toda esta sorpresiva situación había contracturado su cuerpo desde la nuca hasta la cintura y sabía que iba a necesitar su milagrosa cápsula de Dioxaflex para soportar 23 horas de viaje en micro.

“Hola, soy Andrea … parece que somos compañeras de asiento”, dijo una hermosa mujer de mediana edad que no tardó en acomodar su equipaje arriba en el compartimento superior, pegadito al bolso de Florencia.

Andrea parecía haber pasado una mala noche a pesar de su clara y clásica belleza. Su aspecto no era el de una alegre turista ni el de una concentrada ejecutiva en viaje laboral. Sus ojos hinchados y su aspecto abatido parecían revelar que iba o venía de algo no muy placentero

Pero Andrea no tardó en mostrar una pizca de su mal estado: “Esperemos tener un buen viaje. Yo vengo de una semana difícil y me hace falta dormir”

“Si, el viaje es muy largo y sería bueno que nos pudiéramos relajar”, dijo Florencia en un tono optimista del cual ella no llegaba a convencerse.

Las dos se acomodaban en sus asientos. Florencia abría el diario La Nación e intentaba leer las noticias. Andrea acomodaba sus objetos personales dentro de su cartera como si quisiera poner un nuevo orden mientras el micro transitaba por la Autopista en dirección al acceso oeste, dejando atrás la agitada ciudad de Buenos Aires.

En un buen rato y con esa sensación de tener algo en común que a veces uno siente al lado de un desconocido, el micro atravesaba los solitarios campos pampeanos. Por momentos sus miradas se encontraban y Florencia luchaba entre su encerrado enojo que la había subido a este viaje y la intriga de la realidad de su desconocida compañera Andrea

Uff .. quisiera poder dormir un rato pero me va a resultar difícil, dijo Andrea. Estoy volviendo a mi amada ciudad de Bariloche después del entierro de mi hermano mayor que murió de un sorpresivo ataque al corazón …No va a ser fácil dormir …”

“¡Qué desgracia! ¡Cuánto lo siento!, alcanzó a balbucear Florencia … Pero Florencia no pudo seguir esa conversación. Su enojo no le permitía escuchar el dolor ajeno.

La lectura de la sección ENFOQUES del diario LA NACIÓN del domingo la ayudó a distraerse un rato mientras la ventanilla dejaba pasar más y más campo verde. La monotonía del paisaje generaba la impresión de no estar avanzando en el camino.  

Ya llegando a Casa de Piedra, en la ruta 152, el micro paró a cargar nafta y Andrea y Florencia bajaron a comprarse algo en el drugstore de la estación de servicio. En la cola de la caja Florencia se sintió obligada a hacer a Andrea alguna pregunta acerca de su hermano: “¿Eran muy cercanos?”

“Justamente lo contrario”, dijo Andrea, “Después de nuestra adolescencia permanecimos lejos física y afectivamente … por cuestiones pasadas insignificantes que ya ni nosotros tendríamos demasiado claras”

Volvían a sus lugares en el micro, con sus paquetes de galletitas y golosinas y una vez acomodadas Andrea exclamó “Qué ingenuos!, ¿no? ¡Pensábamos que íbamos a tener tanto tiempo para achicar esas diferencias!, decía Andrea mirando hacia el piso y moviendo su pierna derecha como queriendo hacer algún movimiento ….¡Qué pecado! ¡Cuántas oportunidades de encuentro y perdón nos perdimos!

Florencia no tenía palabras para semejantes confesiones de alguien a quien no conocía … Además todo lo que escuchaba entorpecía su sentimiento de rencor hacia la situación que ella debería ahora afrontar en Bariloche … la confundía … la obligaba a pensar ..”¡Qué pena! …” fue todo lo que alcanzó a poder decir Florencia mientras Andrea parecía relajarse y Florencia parecía tensionarse más a pesar de su milagrosa medicina que no alcanzaba a hacer efecto

El sol caía en la ventana .. el tiempo transcurría .. el paisaje verde ya no se veía tan verde, y Andrea lograba dormir una pequeña siesta.

Se acercaba el horario de la cena y empezaba el reparto de bandejitas con una comida fria que interrumpió la siesta de Andrea: “¡Vos vas de visita a Bariloche? Es una hermosa ciudad..” le dijo a Florencia.

No sabía por qué pero mientras su botellita hacía el ruido del gas al abrirla, Florencia contestó un tímido “Si… en cierto modo”

El silencio de Florencia no le dio más opción a Andrea que continuar comiendo su tarta de jamón y queso y asumiendo que ella era quien hablaría ….

Andrea volvió a dormirse y en ese descanso observado por Florencia, una lágrima comenzó a recorrer la cara de Andrea como una última conclusión a su confesión.

Florencia entendió que su compañera de asiento no dormía y ni bien volvió a abrir sus ojos le dedicó un gesto de compasión…”lamento realmente mucho lo que te pasó …”

“Sabés lo que pasa …, retomó Andrea, “no es la partida de mi hermano lo más doloroso de todo esto … lo más terrible es darme cuenta del tiempo perdido … ver que el orgullo y la soberbia nos haya impedido completar nuestro vínculo … era mi único hermano … ni él ni yo logramos poder pedirnos perdón … ni siquiera llegamos a tener claro qué fue lo que hizo cada cual sufrir al otro .. cualquier pequeño gesto de uno de los dos podría haber permitido una charla de entendimiento y de perdón … pero dejamos que el tiempo se ocupara de decidir por nosotros”

Florencia tomó coraje y logró decir  “Te entiendo Andrea … yo estoy viajando a ver a mi padre que abandonó a su familia hace 25 años y no sé si voy a poder hacer a un lado mi enojo para escuchar las razones y sentimientos de ese hombre que ya desconozco .. pero creo que tus palabras han sido de gran ayuda … Creo que vale la pena hacer el esfuerzo …. Todavía estoy a tiempo, ¿no?”

Florencia jamás pensó que iba a poder compartir semejante vergonzosa realidad personal con una extraña … pero esta desconocida le dio una lección en muchos sentidos. Se dieron un tímido abrazo como si sus respectivos dolores hubieran generado el comienzo de un vínculo. Lograron seguir conversando sobre familias, hijos, trabajo y todas las tensiones parecieron desvanecerse. La contractura de Florencia, la distancia que ella ponía en la charla … iban despareciendo hasta terminar en dos mujeres con sus asientos cama reclinados, descansando en esa noche después de la cual ambas decidirían cómo continuar con sus vidas …. Un largo viaje con muchas respuestas ….

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