miércoles, 29 de mayo de 2013

Futuro NN


Eran los trece Niños los desaparecidos. El mundo estaba consternado.
En Buenos Aires, se encendían titulares en todas las pantallas y los informativos daban sus versiones:
Noti BA: “URGENTE: siguen sin aparecer los Niños Sagrados. Autoridades advierten a la población que no pierdan la calma”
Noticiero NT: “Reiteramos: continúa la búsqueda de los  niños Alfa –Tierra. Habrían desaparecido en el centro de la ciudad durante la tormenta. Sigue el mal tiempo en Buenos Aires…”
Crónicas del espacio: “Pibes estelares desaparecen durante su paso por Buenos Aires, en el marco de su  Gira Interplanetaria anual …. Se esfuma la promesa de paz”

La  primer reacción de los habitantes del Cono Sur fue de pánico. Era un mal presagio y una responsabilidad que caía sobre toda la región. Además, otra guerra era impensable; la desesperación se apoderó de la gente.
Muchos sospechaban un complot entre el Gobierno Sureño y el Emperador del planeta Alfa, quienes, se creía, deseaban un enfrentamiento.  Otros, lo atribuyeron a la inseguridad, cada vez más preocupante. En todo caso, algo debía hacerse, y de inmediato.
Como hacía tiempo que las personas no se levantaban de sus asientos más que algunas horas por día, ya que la vida virtual había atrofiado sus cuerpos,  no contaban con la fuerza para salir a protestar, ni con la valentía, dado que gran parte  de la población occidental padecía agorafobia.
En cambio, comenzó una intensa actividad en las redes. Algunos también enviaban sus opiniones mediante transmisión cerebral, práctica muy generalizada para entonces:
—Ai qcer algo
— kdna d mails
— pong´ms ntrs rbts pq ls bskn
— ai qofrcr rcmpnsa
Se entrecruzaban ideas, y los conceptos iban y venían. Hubo quienes aseguraban haber visto a los Niños sagrados en sus sueños. Les habían contado que estaban en un lugar mejor. Otros decían ser médiums y estar en contacto con ellos; querían impartir sus enseñanzas, y pronto volverían. Los más escépticos temían lo peor.
Finalmente el acuerdo: todos los Canobots privados saldrían a participar de la búsqueda. Estas mascotas se manejaban por control remoto, y sus ojos eran cámaras a través de las cuales los dueños se enteraban de lo que sucedía en el exterior.

Los perros metálicos se mezclaron en las calles con los Robo Polis, y con las naves y Unidades Cámara, que sobrevolaban la ciudad. Dos días pasaron sin resultados.

El mundo empezó a mirar hacia el sur con preocupación. Las relaciones interplanetarias pendían de un hilo, y los Niños Dorados, (también llamados así por la luz que irradiaban sus cuerpos), eran el elemento clave del equilibrio.

No se sabía de dónde habían llegado, y ellos nunca lo habían aclarado. Un día simplemente aparecieron, y con su llegada renació la fe.
Pronto surgió el mito: eran fruto de la unión entre los dioses terrestres y alfalfanos. Y nadie lo discutió.


…………………………


Pusieron a cargo de la investigación al comisario en jefe Julio César Silva.
Su primer medida fue duplicar la cantidad de unidades de Robo Polis en circulación.
Estos robots tenían ya unas décadas y estaban algo destartalados, pero  habían sido programados por lo mejor de la PFI C.S (Policía Federal Interplanetaria, Cono Sur), y así lo difundían con orgullo las autoridades.

Por todas las esquinas se los veía y escuchaba, diligentes en el cumplimiento del deber:
- “Móvil acceso oeste por un  Natalia Natalia”
- “14 -14 en Rio de janeiro y Mitre – Movil H
- Atento comando, atento comando, móvil 121 llama….
Se comunicaban por radio al estilo clásico para dar más realismo, habían explicado los diseñadores….

De a decenas se hicieron redadas, cientos de prisioneros fueron tomados.  A todos ellos se les escaneó la mente para encontrar información, pero nadie sabía nada. La mayoría fue liberada y otros pocos quedaron encerrados, pero por delitos contra la patria.

Las autoridades Bonaerenses empezaban a alterarse. Se rumoreaba que en Alfa sospechaban de una presunta responsabilidad dentro de la misma policía porteña. Había que evitar represalias, y por sobre todas las cosas, impedir que los alfalfanos iniciaran investigaciones.

Tras varios días de búsqueda infructuosa, en el momento preciso en que el FBI, la NASA, CIA, SIDE, y los cuerpos de Elite de ALFA, se preparaban para viajar a Buenos Aires e iniciar su propia  búsqueda, trece cuerpos fueron encontrados en un edificio sin habitar del Conurbano.
El héroe fue un Canobot, que filmó la escena del crimen, y ya estaba siendo repetida en todas las cadenas. No había duda, los Elegidos habían sido hallados. Hay tristeza y estupor.
Los ciudadanos son testigos incrédulos del milagro: a pesar del poco tiempo transcurrido, sólo quedan los esqueletos y son de oro puro. Están formados, mirando en dirección Norte. Dicen que la ubicación no es casual. Dicen muchas cosas.

La exigencia del pueblo es unánime e inmediata: —¡Queremos Justicia!.
Como respuesta, habiendo pasado algunas horas apenas, en una demostración de eficiencia impresionante, detienen a un sospechoso: un linyera que merodeaba el edificio, con antecedentes por hurto. Las autoridades de la PFI, Silva a la cabeza, lo anuncian con pompa:
— El criminal, un malvado psicópata, ha confesado. Las pruebas quedan a disposición de los altos mandos interplanetarios.
El culpable había sido capturado, y se aplicaría todo el peso de la ley.

Quedaba decidir ahora en qué parte del universo descansarían los restos de los Niños. El último adiós tendría que ser inolvidable.
Tras largas y acaloradas discusiones,  Julio César Silva tuvo una idea genial que resolvería el tema en el corto plazo, y que de inmediato fue aceptada con entusiasmo por los representantes de todas las naciones:   Los huesos de oro serían fundidos y darían vida a un monumento, a través del cual eternizarían a los santos. Además tendría lugar una gran ceremonia, donde trece ataúdes serían lanzados para orbitar por siempre en el espacio, que es el lugar desde donde los pequeños habían llegado. 
El comisario se encargó de todo, incluso de elegir a la empresa que se haría cargo de la obra. La escultura quedaría en Buenos Aires, y más adelante se decidiría su eventual traslado.

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Fue multitudinaria la despedida en el cementerio de la ciudad. .
Algunos gobernantes habían asistido en sus cabinas aéreas. Se los veía desparramados, enormes, en el interior de los vehículos, fofos, informes, suspendidos en el aire. Otros llegaban a pie, como un sacrificio en honor a las víctimas. Todos dejaban sus ofrendas y oraban junto al monumento, todavía oculto bajo una suave pana roja. Para descubrir la colosal estatua esperaban al comisario Silva. Pero pasaban las horas y él no llegaba. Estará enfermo, pensaron algunos… a fin de cuentas esto es su obra, su idea más genial, no podría perdérselo.

Ante la inesperada ausencia, confieren el honor a un representante de cada planeta, quienes al mismo tiempo tiran de la tela.  En medio del dolor de dos mundos y al son de notas musicales provenientes del cielo y la tierra, descubren la figura de un ángel de mirada compasiva y dulces alas. Sus destellos atraviesan  las cámaras encegueciendo en su casa a los espectadores.
Luego, una procesión de guardianes planetarios (Robots de avanzada tecnología que cuidaban las fronteras), coloca en la nave trece cajoncitos, con una flor blanca en cada uno, simbolizando las almas puras e inocentes.

El sol crepitaba desganado mientras nubes plomizas empezaban a opacar la tarde. Con el cielo ya cubierto y los grillos cricrando, despegó la nave llevando los féretros.

Al finalizar la ceremonia, se retiraron lentos los Robots Cámaras, los guardianes y los deudos. Los funcionarios, en sus cabinas, se alejaron en todas direcciones.

Fue aquella la noche más triste que recordarían los habitantes del Sur. Tras apagarse las luces y monitores, tuvieron todos pensamientos de amor y salvación.

Afuera, arreciaba la tormenta;  la lluvia estremecía las superficies pulidas de los edificios, y ahí donde se guardan los muertos,  bajo un velo de cenizas y de agua, un ángel de latón se despintaba y gotas  gruesas de pintura teñían la tierra de dorado.

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